Fuente: El Faro de Ceuta (17/6/2020)Manolo Jorques (señalado con un círculo) y el grupo de compañeros de Ifni en el homenaje en Cuenca a Orozco.
El pasado 20 de febrero en Alicante falleció mi buen amigo y compañero Manuel Jorques Ortiz, el cual tras una larga enfermedad entregó su alma a Dios, prometiéndome días antes de morir que la próxima paella la comeríamos en el Cielo.
El título del artículo corresponde con la larga batalla que Manolo combatió enfrentándose con una gran entereza a esa lacra llamada cáncer, luchando día a día para finalmente entregar su alma al Creador. Unido a su esposa e hijos venció ese combate final como lo que fue, un gran hombre tan bien identificado por este intelectual: “los grandes hombres son como las hermosas flores. Crecen a pesar del estiércol que echan sobre ellas los envidiosos y los imbéciles”, Jules Barbey d'Aurevilly.
El Cristo de la XIII Bandera en su procesión, con la peana realizada por el soldado Juan Gallego MorenoSi en el mundo existe algún colectivo que sienta tanto fervor y tradición a la fe católica, expresada en este caso en la imagen de Cristo, estos son los legionarios. Para comprobarlo sólo hay que ver en la Semana Santa malagueña como con sus robustos brazos los legionarios llevan en andas a su Cristo, y cómo a su vez, miles de espectadores viven emocionados al contemplar ese bello paso, acompañado por el himno del “Novio de la Muerte” con el sentimiento de fe a su Cristo crucificado.
Con alguna frecuencia, auténticos ignorantes, que yo más bien llamaría licenciados en ‘resentimiento’, tratan de presentar la figura del militar como seres extraños y más lejos, hasta parásitos. Concretamente, en La Legión desde su creación, se puede comprobar la transfiguración de la vida, de su individualidad deshecha, maculada, la escoria que busca la expiación por medio del sacrificio, allí se redimían con esa alegría sana del desenfado, con gallardía y este glorioso cuerpo supo y sabe imponer en sus hombres desperdigados, rotos, forjando una silueta heroica y juvenil. Incluso, hasta el extremo de convertir a un malhechor en un caballero.Mejor lo explicaba uno que llegó al empleo de alférez de La Legión, y por más señas era inglés, así escribió: “La Legión es la fuerza más combativa del mundo; como inglés sólo puedo hablar de mi orgullo por haber servido en las filas de La Legión, mandar tales soldados fue una de las mayores experiencias de mi vida”. (Peter Kemp, catedrático. Universidad de Cambridge).
7 de diciembre de 1957: Guerra de Ifni, grupo mixto y batallón “Soria nº 9” (22 muertos y 18 heridos en menos de una hora)
Monolito levantado en memoria del cabo Fraile y el policía Guzmán (Foto de Jaime Juan Cremades que posa ante el mismo en mayo de 1962)
El 16 de Junio de 1962 se le dio una comida de homenaje al recientemente ascendido a brigada y concedido la medalla de África al que fue “mi” sargento y “mi padre” durante un año de mili en la Mixta, que desde Julio de 1961 era “Mixto”, al haber pasado del mando de un capitán a un comandante; me refiero a una gran persona, DON ANTONIO FORTES CALDERÓN, “funcionario” eficiente, políglota del árabe y de los diversos dialectos y hablas del sur y norte de Marruecos y tal vez un poco brillante militar si lo medimos por los baremos soeces, autoritarios y “mano larga” que adornaban a algunos de sus compañeros del Grupo de Policía (de la “pasta” de Fortes era Marrero, y de la piel de “Satanás” otros cuyos nombres omito).
La comida fue el rancho de la tropa, muy mejorado, rematado con café, copa y puro; asistieron autoridades y todo el personal civil y militar libre de servicio y se escucharon diversos discursos de alabanza hacia Fortes que llevaba en el Territorio la friolera de veintiséis años.
Era ya tarde cuando subíamos del comedor con destino a la oficina de Autos para dejar los obsequios que le habían entregado, cuando se paró (nos paramos) ante el monolito que se había inaugurado (con la finalización de todas las obras del Cuartel) el 22 de mayo, en recuerdo al cabo 1º Eugenio Fraile y el policía Juan-Ángel Guzmán, ambos militares profesionales, muertos el 7 de diciembre de 1957, según rezaba la inscripción allí puesta. En ese momento, el brigada Fortes dijo estas enigmáticas palabras: “Esas dos muertes y otras muchas de aquel día podían haberse ahorrado si la marcha atrás de los camiones hubiera funcionado”. No añadió vocablo alguno, ni yo supe a qué se refería o sencillamente hablaban “los efectos del vino, el coñac y las emociones de la jornada”. Lo único que hice, como tantas veces, fue tomar anotación literal de la frase y guardarla en la carpeta de las “notas” con la referencia de quien la había pronunciado, la fecha y la circunstancia. Y ahí durmió años y años.
Año 1948: Niños de un Colegio de hijos de obreros ferroviarios, de padres mayoritariamente “rojos” exiliados en Lérida, el día de su Primea Comunión. Se les ve “torturados” por la “dictadura franquista”, mal vestidos y famélicos (soy el 4º sentado empezando por la izquierda con cara de “mala uva”, al lado de la niña). Cuando estamos rematando el primer cuarto del siglo XXI, es de lo más habitual ver a la gente joven (y no tan joven) acudir a los gimnasio de “pago” que proliferan por las ciudades, e incluso utilizando “aparatos” repartidos por los parques y jardines públicos, con el noble propósito de velar por su salud, quemando calorías, grasas, exceso de peso y dinero; a mayor abundamiento, se establece entre esos “deportistas” un fraternal compañerismo y una sana competencia respecto de la enervación de los músculos “dormidos”; entre esa pléyade de gimnastas y la que corre por las calles (aceras) a velocidad de crucero, en chándal o shorts, con los mismos fines (más barato, pero ignoramos si demasiado sano, dada la polución urbana) deben suplir la obligatoria gimnasia que se practicaba por los jóvenes que cumplían el servicio militar obligatorio, allá por el fenecido siglo XX, cuando España era una “dictadura” en la que la que de los árboles (en Alicante de las palmeras) “colgaban” diariamente a los obreros revoltosos para no gastar munición ni hacer ruido con los fastidiosos “fusilamientos”, que eran el pan nuestro de cada día con el que la Iglesia Católica, los Empresarios, los Terratenientes, la Falange y los Militares nos daban a comulgar a los niños de entonces, ahora ancianos octogenarios, que resulta que “lo que vimos, no es lo que vimos y vivimos, sino lo que la Izquierda dice que lo que vimos y vivimos es lo que dicen los partidos de la Izquierda (PSOE, IU, PODEMOS y SEPARATISTAS VARIOS)” ¡Cójanme esa mosca por el rabo, hagan el favor!
Edificio del Hospital de Sidi Ifni.Durante mi servicio militar en Ifni (casi año y medio entre 1961 y 1962) nunca estuve enfermo; la juventud, la buena salud y la suerte me evitaron pasar por el Hospital; no obstante; no obstante, en el mes de septiembre de 1961, aquejado de un fuerte dolor de muelas, el sargento de la oficina (Antonio Fortes) me acompañó al gabinete odontoló-gico vacante del facultativo titular (había sido expulsado del Territorio por intentar casarse con una nativa musulmana) a cuyo frente se hallaba un brigada de Sanidad (Manrique de apellido, según mis notas) que sin demasiados miramientos me extrajo una pieza dentaria; me dolió tanto que, desde entonces, me horroriza ir al dentista. Esa es mi experiencia personal.